viernes, 4 de octubre de 2013

Anarquismo, caos y desorden.

¿Cuántas veces habremos oído la afirmación “el anarquismo es caos y desorden” o “sin Gobierno nos mataríamos unos a los otros”? Sin duda, este tipo de dogmas han estado y siguen estando al orden del día, como si el espíritu de Hobbes nos poseyera con su famoso “Homo Homini Lupus”.
Bien, expliquemos primero el significado de la palabra Anarquía; Por un lado tenemos “an”: ‘Ausencia de’. Y por el otro “arquía”: ‘Gobierno o Estado’.
Es ya desde la Antigua Grecia que por parte de los que ostentan el poder, se intenta calumniar a cualquiera que ponga en duda la existencia y función de dicho Poder y Gobierno. Queda en evidencia por tanto que desde hace siglos, fue y es deber de los poderosos hacer creer a todas las generaciones que tan solo mediante un Gobierno y una autoridad se puede consolidar una sociedad “ordenada”. Es por eso que, si la gente cree que Gobierno es igual a orden, también creerán que sin Gobierno habrá desorden. Y nada más lejos de la realidad. Casualmente la gente que suele afirmar que el anarquismo es caos y desorden es o gente poderosa que recurre al engaño y a extender el gen de la desinformación para mantener su status o bien son personas que no han leído teoría anarquista y se ha infectado con ese gen de la desinformación.
No es mi intención hacer aquí una clase de historia, pero sí que podemos recordar que en ella ya se han consolidado sociedades libertarias, como por ejemplo La Makhnovia de Ucrania que duró de 1917 hasta 1921, o las distintas zonas de España (Cataluña, Valencia o Aragón) que durante los años ’30 se conformaron en una sociedad anarquista, o la famosa Comuna de Shinmin en Corea. Casualmente los ejemplos de sociedades anarquistas en la historia no sucumbieron porque generaran desorden o caos, sino porque, por desgracia, no pudieron resistir a los ataques imperialistas, capitalistas y leninistas que venían desde el exterior. Estos hechos históricos demuestran que sociedad libertarias o anarquistas son de por sí, viables.
Pero dejemos la historia y volvamos al principio. Como ya hemos visto, una de las mejores armas que tiene todo Estado o Gobierno es la de hacer creer a su pueblo que sin su ausencia todo sería caos y destrucción.  Esta simple manipulación les sirve, de entrada, para seguir viviendo a costa de todo un pueblo y de su trabajo y sudor. No deja de ser cínico que un Estado o Gobierno se esconda tras la fachada de un “Padre protector” que vela por nuestra seguridad y nuestro bienestar cuando lo único que hace es mantenerse por la violencia y coacción para vivir a nuestra costa, a costa de millones de personas. Llegados a este punto, podemos –y debemos- afirmar que anarquía no significa ausencia de orden, sino ausencia de líderes y ausencia de autoridad y coacción.  Porque el único orden que puede funcionar es el orden basado en pactos y tratos voluntarios, si el orden es impuesto por la violencia, pueden estar seguros que fallará como en la actualidad.
¿Qué es el orden en un sistema Estatal como el actual? Pues bien, para ellos el orden es la mujer vendiendo su cuerpo por no poder dar de comer a sus críos; es el minero sepultado para engordar los bolsillos de los capitalistas; es el niño viviendo en las calles en medio de la violencia y el hambre; es el obrero dejándose más de la mitad de su trabajo para beneficio del burgués explotador; es la destrucción del medio ambiente y de los animales para aumentar las arcas del capital… Si este es el “orden” que nos imponen ¡claro que deseamos su destrucción!

Es desde la propia institución estatal que, desde hace siglos, se ha intentado –y se ha conseguido- que la palabra anarquía se utilice para designar contextos caóticos y de descontrol.
El Estado mantiene su “orden” mediante la violencia a todo aquel que lo cuestione mientras que  el anarquismo se basa en la razón, en el raciocinio del ser humano y es por eso que el ideal anarquista nunca se puede imponer por la fuerza o de manera autoritaria, como dijo Librado Rivera: Los anarquistas no imponemos las ideas que sustentamos, sólo las exponemos”.
Ser anarquista consiste en abrazar a la humanidad y a la razón, y que nuestras decisiones sean tomadas por nosotros mismos en vez de delegar nuestro destino en un Estado, Gobierno o “representantes”. Ser anarquista es considerar la libertad (tanto individual, como colectiva) el bien más preciado y respetado. Ser anarquista consiste en considerar al individuo –y seguidamente al colectivo como únicos soberanos de su propio destino y futuro mediante pactos voluntarios y no impuestos.
Algunos llamarán violentos a los anarquistas. Ante esto debo decir lo siguiente: En el “orden” actual se derivan diferentes tipos de violencia. Pobreza, hambre, marginación social, muerte de millones de personas por hambre y destrucción del medio ambiente. Es precisamente estos tipos de violencia las que son rechazadas por el ideal anarquista. Romper escaparates de multinacionales o grandes bancos tan solo son actos simbólicos. Aun así  acusan de violentos a los anarquistas. Pero ellos, los anarquistas, tan solo destruyen seres inanimados que no sufren ni sienten, en cambio, los indígenas americanos, el Pueblo Mapuche, el niño que trabaja en una mina o la propia naturaleza sí que están vivos y sus sufrimientos son muy reales.
Lloráis y os indignáis cuando vibran los cristales de un banco, pero no decís nada cuando ese banco destroza la vida de familias enteras.
De todos modos habría que diferenciar dos tipos de violencia: la violencia autoritaria que nace de una autoridad con el fin de someter a un individuo o colectivo y la violencia revolucionaria o liberadora. Pero este tema en concreto lo trataré en el siguiente artículo.


"La anarquía es la máxima expresión del orden, sin coacciones ni violencias". Elisée Reclus.


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