jueves, 10 de octubre de 2013

La falacia del liberalismo político: "el estado protege nuestros derechos"

Según el liberalismo político, la función del estado es proteger los derechos del individuo (Locke, 2004). Pero, echemos un vistazo hacia atrás y veamos el porqué de la necesidad de un ente superior que vele por el pueblo.

Decía Thomas Hobbes que, debido a que el hombre es malo y violento por naturaleza, necesitaríamos de un estado que concentrase el poder absoluto, en el que delegáramos un trozo de nuestra libertad en pos del orden social (Hobbes, 2003). De ahí la frase tan usada procedente de Roma: “homo homini lupus”. Cabe recordar entonces el contexto en el que se encontraba Hobbes en ese momento: la guerra civil inglesa (1651), siendo los bandos beligerantes los que apoyaban al rey Carlos I de Inglaterra y los que apoyaban al parlamento (González Gallego, 1981).

No es de extrañar, después de esta breve introducción, que Hobbes pensara lo que pensaba. Pero cometió un fallo: no analizar más allá de los motivos de la guerra. Buscar sus motivaciones en el sistema socio-económico (el capitalismo comercial naciente) habría sido la solución. El estrato real se enfrentó contra la burguesía naciente parlamentarista, al ser éstos los que en los últimos años habían empezado a concentrar un contrapoder debido a la acumulación de riqueza que se estaba produciendo en su seno, gracias a la importancia que había adquirido el intercambio de bienes y recursos (provocado por las travesías y expediciones internacionales). Éstos, por tanto, quisieron derrocar el régimen feudal.

Es por eso que, si analizamos el contexto y vemos que son las condiciones revolucionarias burguesas las que empiezan a derrocar el sistema feudal, encontramos que la reflexión “el hombre es un lobo para el hombre” queda lejos de la realidad.

El hombre, motivado por las condiciones socio-económicas, obrará de una manera u otra. Por ejemplo: si el sistema socio-económico prima con poder el enriquecimiento privado, el hombre se enriquecerá sin aportar al colectivo. Siendo el poder la posibilidad de llevar a cabo los deseos del individuo (Weber, 2006). Pero si el sistema socio-económico prima con poder el enriquecimiento colectivo, el hombre participará de eso. Por tanto, de ahí podemos entender que depende de las condiciones materiales que el hombre sea moralmente bueno o malo.


Así, llegamos a la conclusión de que el liberalismo político parte de una falacia, lo que lo hace falaz a sí mismo. Si el hombre no es un lobo para el hombre, por qué necesita de un ente superior que proteja al colectivo. 


Bibliografía:



Locke, John (2004). Segundo tratado sobre el gobierno civil. Madrid: Alianza Editorial.
Hobbes, Thomas (2003). Leviatán. Buenos Aires: Losada.
González Gallego, Agustín (1981). Hobbes o la racionalización del poder. Barcelona: Edicions de la Universitat de Barcelona.

Weber, Max (2006). Conceptos sociológicos fundamentales. Madrid: Alianza Editorial.

4 comentarios:

  1. Tal vez me equivoque pero suena medio anarquista, como quiera que sea estoy parcialmente de acuerdo en que el hombre no es un lobo para el hombre, por que sí lo es, pero no en la generalidad misma, no en su naturaleza, si no a través de alguna(s) particularidad(es). Creo que el estado más allá de proteger los derechos del individuo debería evitar estas particularidades, los derechos pueden existir teóricamente, pero difícilmente son llevados a la práctica.

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    1. No es que suene medio anarquista, es simplemente la refutación del liberalismo político. El hombre debido a lo que he explicado obrará según la realidad material del sistema en el que viva, y será un lobo para el hombre en el caso de que el sistema fomente eso. Por tanto, si el sistema que hay detrás del hombre no fomenta que éste sea un lobo para sus semejantes, el estado no será necesario.

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    2. Estoy de acuerdo aunque tal vez el Estado si sea necesario para fomentar este sistema que no promueva que el hombre sea lobo para el hombre

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  2. Me parece sumamente estúpida esa conclusión porque, precisamente, según Hobbes y lo podemos verificar en la actualidad, el liberalismo imperialista y el desregulado conducen a la desigualdad y hace que "los lobos" lleguen a dominar el poder económico y hasta el político, en perjuicio de "las ovejas"

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