viernes, 27 de septiembre de 2013

Cárceles, rehabilitación y degradación del individuo.

El tema de las cárceles y centros penitenciarios siempre ha sido un tema de donde sacar mucho ‘jugo’, sobre todo por parte de los teóricos del ala más libertaria de la izquierda. Pero si nos fijamos en la sociedad actual, parecería una locura poner en duda la existencia, en este u otro tipo de sistema, de centros penitenciarios para esa gente “mala”. Porque así es, a los individuos nos enseñan desde pequeños que son los “malos” los que van a la cárcel, dando a entender que los que no van a la cárcel son personas “buenas” lo cual es una tremenda equivocación. No podemos-ni debemos- poner en el mismo rango las cárceles (y su función) del siglo XVIII con las del siglo XXI, esto sería en esencia un grave error del análisis del propio derecho penal de cada contexto histórico y de cada sociedad. No es hasta el siglo XIX cuando la originaria esencia religiosa del derecho penal tan solo buscaba una “venganza social” hacía el criminal que cometía un mal a la sociedad o a la moral de esta, no había nada más como resultado en la pena aplicada al individuo en cuestión, tan solo venganza. No es hasta el siglo XIX que se nos empieza a decir que ya no se busca la venganza hacia el criminal, sino que se busca una ‘rehabilitación’ del individuo para que no vuelva a reincidir y ya de paso, los demás individuos se lo piensen dos veces antes de cometer un delito. Hay que decir que eso es una tremenda ilusión, lo único que se consigue a partir del siglo XIX es, tan solo, delimitar la venganza para que no sobrepase más allá del criminal y de paso ajustar la contundencia de la pena a la gravedad del delito cometido.

Cuando leemos y ahondamos en el tema de los sistemas penitenciarios nos viene, desde un punto de vista sociológico, las siguientes cuestiones: ¿Sirven las cárceles para bajar el índice de criminalidad? ¿Realmente ‘rehabilitan al individuo estas cárceles?. Estas serían dos de las cuestiones que más me vienen a la cabeza. ¿Porque seguimos manteniendo un o este sistema penitenciario si la gente ‘mala’ sigue cometiendo delitos y crímenes? No hace falta ser un lince para, después de unos cuantos análisis, ver que el conjunto de sistemas penitenciarios están superpoblados de gente mayoritariamente proveniente de las clases bajas y populares (este hecho es mucho más presente en países del ‘Tercer Mundo’), y el Estado o sistema en general sigue prefiriendo masificar a la gente en cárceles en vez de atacar al problema de la delincuencia desde la raíz. ¿Por qué no le interesa a la clase mandataria atacar-y solucionar- de raíz la criminalidad? Porque evidentemente, eso supondría hacer un cambio en el statu quo actual, un cambio de sistema, lo cual no interesa para nada a las clases mandatarias y dirigentes.

Así que vemos, que sea cual sea el sistema penitenciario, la criminalidad siempre se mantiene más o menos igual. Por muchos cambios que se haga en un sistema penitenciario nunca dará buenos resultados, las conductas anti-sociales siguen apareciendo. La cárcel sin duda a lo único que contribuye es a que el criminal sea menos capaz de adaptarse a la sociedad. Esas personas que se encierran en centros penitenciarios, al ser privados de su libertad, lo único que se consigue es que se degrade su humanidad (aún más) sin experimentar ninguna mejora en su persona. Llegados a este punto vemos que es la propia cárcel la que cultiva más delincuentes.

Hay que hacer hincapié de que a la cárcel van(o suelen ir) los más pequeños infractores y criminales que puede dar la sociedad. Con el sistema capitalista y estatal actual vemos que los individuos que provocan grandes males a la sociedad, no van a la cárcel e incluso llegan a gozar de poder, privilegios, honor y respeto social. El que roba una caja fuerte irá de seguro a la cárcel, en cambio vemos que el que estafa o roba a gran parte de la sociedad mediante ‘las malas artes de la banca privada’ no va a la cárcel, incluso será defendido por el poder político si este último tiene intereses ocultos con el primero. Como he dicho antes, tan solo hay que ver que la mayoría de presos son provenientes de las clases populares y más desfavorecidas, que de seguro de haber tenido una mejor educación y no tener que sufrir la desigualdad del sistema capitalista no hubieran concurrido estos actos criminales.

Hagámonos esta pregunta: ¿Si queremos reinsertar en la sociedad a un criminal, como lo vamos a conseguir si lo aislamos de todo contacto social? Es algo ilógico pero déjenme que responda a esta cuestión con unas sabias palabras de Piotr Kropotkin: “En la vida sombría del preso, sin pasión ni emoción, se atrofian en seguida los buenos sentimientos”.

Otro de los grandes males que causa el sistema penitenciario son los efectos negativos sobre el individuo a causa de la incomunicación y contacto con la sociedad que tiene este. Será imposible para cualquier individuo su rehabilitación si se encuentra incomunicado del resto de la sociedad y tan solo puede ver a sus familiares (si tiene) durante un breve tiempo. Como bien explica Piotr Kropotkin en su pequeño libro “Las Cárceles y su Influencia Moral Sobre Los Presos” esta incomunicación del preso le provoca una disminución de la “vida nerviosa” a causa de la falta de impresiones que recibe el cerebro. Esto es lógico y entendible si pensamos que viviendo en libertad, nuestro cerebro recibe millones y millones de estimulaciones a causa del ajetreado ritmo de la ciudad o la gran cantidad de formas, colores, ruidos y olores que recibimos en las poblaciones más rurales. Es a causa de la perdida de todas esas impresiones, que el individuo en prisión experimenta una deceleración de su propia actividad cerebral y nerviosa. Por suerte esto varía según el Estado donde se ubique el centro penitenciario.

No olviden que el análisis que intentamos hacer es el de la imposibilidad de rehabilitar a un preso por la naturaleza degradante de las prácticas de las cárceles. Algo que no hay que olvidar es el trato a los presos. El hecho de que un individuo sea tratado no como una persona, sino como un mero numero ya lo degrada per sé. El individuo en cuestión se verá sometido siempre a la más estricta autoridad y disciplina, siendo castigado si infringe lo más mínimo esa autoridad o disciplina. Por no olvidar esa humillante y terrible practica que se lleva a cabo en algunas cárceles estadounidenses (por suerte, no en todas), donde se obliga al preso a llevar vestimentas que son consideradas ridículas o humillantes, como por ejemplo los trajes rosas.

Analizando estas características propias de las cárceles vemos-y queda claro- que es imposible que se rehabilite a un preso con tales sistemas penitenciarios.

En resumen, los centros penitenciarios no ‘curan’ los actos criminales, en todo caso los mantienen e incluso los multiplica. Y lo más importante de todo, no olvidar que la primera y más grande consecuencia que tienen las cárceles son las de la degradación, primero, del individuo y seguidamente de la sociedad. 

Piénsenlo, compañeros. ¿Quieren para nuestro mundo un sistema penitenciario que no arregla los actos antisociales y que solo busca la venganza? ¿O prefieren atacar el problema de raíz cambiando el sistema económico, político, educativo y social? Reflexionen y decidan.




3 comentarios:

  1. Bon article, felicitats

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  2. ¿Cuál es el ''ala más libertaria de la izquierda''? ¿Hay un ''ala menos libertario'' que no se oponga al sistema de exterminio que son las cárceles (incluyendo las de menores)? Porque entonces de ''libertario'' nada...

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