domingo, 20 de octubre de 2013

Violencia, liberación y revolución.

Estamos acostumbrados a oír desde los medios de comunicación que cualquier violencia es mala, que la violencia genera más violencia y que en el siglo XXI la violencia no puede ser tolerada, el propio Poder ha perfeccionado sus aparatos ideológicos y propagandísticos para difundir estos mensajes de paz. Casualmente estas frases “ghandianas” suelen provenir de las instituciones del propio Estado que no deja de ser la institución más violenta por naturaleza; quién sabe si inculcar la no-violencia en la el imaginario social es una forma de mantenernos pasivos ante cualquier injusticia y no cuestionar el ‘statu quo’. Pero hay que intentar pensar más allá de la manipulación del Estado y sus medios de comunicación, ni todas las violencias son iguales ni todas las violencias tienen el mismo fin.

¿Cuándo es legitima un a violencia? ¿Cuándo estamos justificados a utilizar la violencia? La violencia siempre es legítima cuando se trata de un acto de auto-defensa. El subordinado, el oprimido (ya sea un colectivo o un individuo) o el esclavo está constantemente en una situación injusta frente a su patrón, amo u opresor, y por ende estará justificado para utilizar la violencia como modo de liberación. Imagínense que ustedes van por la calle y dos maleantes le intentan agredir sin motivo justificado, lo más normal y justo es que ustedes se puedan defender con  violencia ¿verdad? Pues el esclavo o el oprimido también deben usar la violencia de manera legítima para desligarse de su subordinación. Así que la violencia siempre es justificable cuando sirve para defenderse a uno mismo o a los demás. Siempre hablaremos de violencia desde un punto de vista defensivo, no nos interesa la violencia autoritaria impuesta por los opresores contra los oprimidos, esta última violencia es la que repudiamos constantemente.

No se trata de ser violento o no, se trata de una cuestión de dignidad, todos los individuos y colectivos oprimidos que quieran mantener su dignidad deberán rebelarse contra la bota opresora que les presiona la cabeza. Algunos dirán: “Acabemos con el poder establecido desde la legalidad y el pacifismo, no a la violencia”. Son tan osados al proclamar tal consigna que caen en un gran error; no puedes derrocar el poder mediante la legalidad, ya que esa legalidad ha sido establecida por el propio poder para mantenerse en el tiempo. Por tanto todo individuo o comunidad oprimidas que quiera cambiar su situación de subordinación deberá salirse de la legalidad en menor o mayor grado según sea el nivel de subordinación que sufren.  Por ejemplo, a una comunidad solo le podrá hacer falta la desobediencia civil y a otro colectivo le puede hacer falta una guerra civil contra el bando opresor. El límite de esta opresión por parte de un Estado o la clase capitalista vendrá dado por la resistencia que ofrezca el pueblo.

Tenemos muchos ejemplos de cómo a lo largo del siglo XX se ha salido de la legalidad para acabar con la imposición del Estado y la clase dominante.  Los afroamericanos de USA, al verse oprimidos y considerados inferiores crearon grupos armados y políticos de resistencia tales como los “Black Panthers” (panteras negras) que se organizaron en barrios autogestionados para acabar con la supremacía blanca. Otro ejemplo más próximo y más “suave” lo tenemos en Catalunya, concretamente en Barcelona. En el barrio de la Trinitat o Nou Barris se secuestraban autobuses para reclamar que llegara el transporte público a sus barrios, y lo consiguieron. Obviamente hay miles y miles de casos durante la historia de la humanidad de como mediante la desobediencia y la violencia se han conseguido restar la opresión que se ejerce sobre las clases populares de la sociedad.

El camino hacia la libertad no se puede hacer “con guantes de seda” que diría Iosif Stalin. Para conseguir esa libertad será necesaria la violencia y/o la desobediencia civil, porque es una ingenuidad pensar que los privilegiados y poderosos reconozcan el mal que causa su poder y sus privilegios y renuncien a ellos voluntariamente.  Habremos de salirnos de la legalidad, si es que se quiere la libertad, usando la violencia y/o la desobediencia para poner fin a la mayor violencia que son el Estado Moderno y la clase dominante capitalista que tiene esclavizados, subordinados y oprimidos a la mayoría de la humanidad.

“La violencia liberadora (revolucionaria) es la única manera de poner fin al sufrimiento diario de las masas y a la crueles tragedias que azotan la humanidad”. Errico Malatesta.


2 comentarios:

  1. Las estructuras de poder legitiman su violencia bajo el nombre de justicia. Esa ética de fondo se comparte, por decirlo de algún modo metafórico, a ambos lados de la trinchera. Es decir, la violencia justificada la ejecutan tanto los opresores como los oprimidos. En ese sentido la violencia no es el problema sino la moral que sustenta una u otra.

    P.D. Os he citado en nuestra bitácora http://www.theflagrants.com/bitacora porqué curiosamente, círculos como lo llamamos por allí, a partir de la sentencia Parot estamos debatiendo sobre la violencia.

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  2. Gracias por su comentario. Evidentemente nosotros hablamos de la violencia liberadora desde un punto de vista de clase, es decir, desde el punto de vista de los oprimidos. Por eso solo nos parece justificada la nuestra. Un saludo, compañero.

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