Hoy
en día el discurso moralista que nos llega desde arriba ha calado muy hondo
aquí abajo. Las grandes corporaciones que dominan el país han
sabido blindarse con su propaganda emitida día sí día también a través de las
televisiones.
Nuestra
moral, ya católica por cultura, ha sido ampliada pues por el poder financiero.
Se nos ha implantado con embudo en nuestras mentes el respeto y la tolerancia
sí o sí. Pero la pregunta que me viene a la cabeza es: ¿ellos también la
practican? Son ellos los que se auto-rescatan bancariamente, socializan sus
pérdidas, desahucian y estafan. Son ellos, pues, los que endeudan al estado, y
les ceden un poco de soberanía (de la poca que queda en este país) al BCE y al
FMI, para que estos coman del pastel también.
¿Dónde
están los políticos? Permitiéndolo. Existe un error muy común en la sociedad
española, y es tachar a todos los políticos de corruptos y pensar en que los
podemos sustituir por unos “buenos”. Nada más lejos de la realidad. Vemos que
los poderes financieros actúan con impunidad y libre albedrío, que nadie se les
pone por delante (y quien lo intenta se le despoja de voz), y esto es porque
caemos en el error de separar el tándem políticos-poderes económicos. Éstos van
juntos. Son inevitablemente inseparables. Es por eso que los políticos no sólo
son corruptos, sino que son corruptibles. Y son corruptos por tanto porque el
sistema socio-económico lo permite.
Llegados
a este punto de la reflexión y, volviendo al punto principal del artículo, tal tándem va a proteger su territorio todo lo posible
usando los poderes estatales a los que tienen acceso: los medios de
comunicación. Son éstos los que acceden a nuestro cerebro cada día. Nuestras
opiniones no son ajenas a lo que nos dicen. Consiguen, pues, que permitamos la
violencia estructural del sistema con moralismos baratos del estilo “te rebajas
a su nivel”, “la violencia genera más violencia” (yo no he visto a gente
levantarse contra la violencia estructural del sistema) o “somos civilizados”. Y
lo hacen mediante criminalización. ¿Cuántas veces habremos escuchado la palabra "antisistema" de nuestras TV? ¿O “los cuatro vándalos” en una manifestación? Ellos
son los mismos que nos repiten una y otra vez que podemos tener la ideología
que queramos y que tenemos libertad de manifestación. Cosa que queda en
entredicho cuando alguien intenta ponerse delante de las grandes corporaciones,
o cuando los medios de comunicación atestan golpes sociales negativizando
palabras o actuaciones con el adjetivo “antisistema” o “extremista”. Porque,
¿quién no respeta a quién cuando unos se mueren de hambre en la calle porque
otros no se levantan? ¿Quién no tolera a quién cuando se precariza el trabajo?
Y un sinfín de aberraciones más como las que he comentado al principio.
En
conclusión, es necesario, llegados a este punto, que se materialice la moral de
la clase trabajadora. Que salga a la superficie y que dignifique al trabajador
y a la trabajadora. Que ejerza contra-cultura; contra la cultura de masas posmodernista.
Una moral consciente de que no es ajena a los intereses de las clases sociales,
que no puede ser transversal y medir todos los actos con una misma vara; que no
es neutral.
➧¡Perdón Adri! Nada más comenzar a leer este trabajo (segundo párrafo), y veo que no disciernes bien entre católico y cristiano. Para mí, en el sentido universal del término, católicos son los que en las más diversas naciones utilizan de las diversas religiones a fin de amansarnos y podernos trasquilar impunemente como a ovejas y borregos; que equivale a cristianizarnos: por el budismo -que aunque no es propiamente religión surte a los mismos efectos-, el islam, judíos, etc.).
ResponderEliminar➧Lo católicos de la religión judía son los fariseos que Cristo puso en evidencia como farsantes que no se regían según sus prédicas y por ello lo crucificaron. Sin duda que fue muy bueno Cristo, cuando logró vaciar los templos de esta basura farsante y criminal que nos esclaviza por estos procedimientos, de idéntico cuño a los católicos de occidente, etc. ¡Muy bueno!