Hoy en
día y ya desde los colegios, se les enseña a los y las alumnas que existe un
espectro político con dos costados y un punto medio. Su uso es simple: a lo
largo de él se sitúan todas las ideologías.
Pero, ¿cuáles son los argumentos
para decidir que el comunismo es la extrema izquierda y al capitalismo es el
centro? ¿No se supone que si la base del comunismo es la propiedad pública, el
capitalismo (cuya base es la propiedad privada) debería ser extrema derecha? En
Karl Marx podemos encontrar un principio de respuesta: “la ideología dominante
será la ideología de la clase dominante”. Terminamos también con el mito de "los extremos se tocan".
Ampliando
el hilo que seguíamos respecto a la clase dominante en el artículo “La moral dela clase trabajadora” (la manipulación en los medios de comunicación y el uso
de la calificación “extremismo”), y siguiendo la hebra de este artículo, las
conclusiones de este primer párrafo nos llevan directamente al asunto de la
transversalidad, que una vez desmontado el espectro político y su capacidad de
manipulación, vemos que los términos “derecha” e “izquierda” son verdaderas
armas políticas. Lo que nos lleva a echarle un vistazo a la historia, en la que
encontraremos que el discurso “ni de izquierdas ni de derechas” usado ahora por
UPyD no ha surgido de la nada, sino del fascismo y el falangismo, que se valían
de la farsa del espectro político para situarse como “la tercera vía”. Y que la
consigna usada tanto ahora “somos los de abajo y vamos a por los de arriba” en
realidad es teoría marxista (comunista).
Es por
eso que en un sistema donde los que tienen el poder son “los de arriba”, ser de
centro es una redundancia. No es ser neutral ni transversal, sino es ser
practicante directo de la ideología dominante. O sea, y como hemos visto, de la
capitalista. Lo revolucionario e innovador es, entonces, no atender a espectros
políticos ni a discursos intencionadamente manipuladores y filofascistas.
Esto está bueno. No hay ni izquierdas ni derechas, sino abajo y arriba y el centro no deja de ser parte del arriba; parte de los que nos pisan. ¡Lean, coño, lean K-ntra Kultura!
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