viernes, 27 de febrero de 2015

La miseria de la acumulación de fuerzas

Este artículo bien podría ser uno más en la batería de escritos titulados "Por qué X partido debe desaparecer", sin embargo las organizaciones a las que habría que aludir serían tantas que perdería el sentido hacerlo. Cabría mencionar a una en especial, eso sí, que aun con los años se resiste a irse y a pedir perdón: el PCPE. Pero ya nos referiremos a ella más adelante. 

Para empezar, la estrategia de la acumulación de fuerzas, que es la que lleva a la redacción de este artículo, no ha aparecido de repente en el movimiento autodeclarado comunista, sino que ya tiene un largo recorrido cuyo principio reside en el teórico Antonio Gramsci. Otras estrategias igualmente erróneas la siguen e incluso llegan a interrelacionarse con ella, caso en el que encajaría a la perfección la teoría de la Guerra de posiciones.

La guerra de posiciones, para Gramsci, es la lucha básica de la clase obrera por obtener la hegemonía en la población. La hegemonía, por este lado, se constituye en virtud del comportamiento gubernamental, del parlamento y el sistema jurídico, etcétera, y también en el espacio formado por sindicatos, partidos, medios de comunicación, centros educativos, centros culturales y demás lugares acogidos en la ley. A su vez, estos espacios son abiertos a la confrontación social, donde pueden combatir los dominados para cambiar la correlación de fuerzas, es decir, acumulando las suyas. Sin embargo, y como es de lógica, si la motivación de una estrategia carece de coherencia interna o básica, ésta pierde su validez. Así fue el caso de la acumulación de fuerzas, que se basó en una teoría que olvidaba por completo la fase imperialista del capitalismo, en la que las leyes cercaban las libertades democráticas contenidas en las constituciones, cuyos principales artículos no habían sido entorpecidos hasta entonces. He aquí, entonces, el fallo: la inscripción y/o aceptación de esta legislación caparía por completo la acción e independencia de una organización revolucionaria, pues precisamente estaría orientada a esta misma labor.

De esta manera, ya todo lo que nos concierne quedaría invalidado, sin necesidad de analizarlo en demasía. Por el contrario, con tal de ofrecer una explicación un poco decente del porqué del título de éste artículo, no estará de más mencionar algo sobre lo que se ha estado haciendo referencia, con la intención de no dejar títere con cabeza (en el sentido más literal).

¿Es la acumulación de fuerzas una estrategia de pasividad? Así lo atestiguan los ejemplos, tales como el PCPE, que llaman a posicionarse en contra de cada reforma como si fuese la primera o como si sólo fueran éstas lo malo y no el capitalismo en sí (ej: "¡Contra el 3+2!"), ofreciendo meramente como alternativa revertir privatizaciones y recuperar servicios públicos que se financian de la explotación de otros lugares del planeta y que hasta ahora sólo favorecían a una pequeña porción de la clase trabajadora. ¿Y el socialismo? ¿Dónde lo dejamos?

Así pues, declarar la guerra también a las organizaciones que pretendan abandonar a la clase trabajadora llevando a cabo ciertas estrategias se torna algo muy sano y necesario, con tal de hacer avanzar el movimiento. Y, como siempre, al acabar de leer esto, no se pongan nervioses y les salga la vena sectaria; ya saben que no es bueno para la consecución del socialismo. Así como tampoco lo es esconder la existencia de socialdemocracia donde sí la hay.




1 comentario:

  1. De lo más razonable, si visto desde mi óptica y lógica personales. Me gusta este blog.
    • Lo que no me gusta es el hecho de que cada vez que realizo un comentario, para que subyazca a mi nombre el hipervínculo a mi "Guía Política Antifascista" y no a mi Google+, debo establecerlo cada vez y no de una vez por todas.

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