lunes, 2 de febrero de 2015

Conciencia de clase: por qué Syriza y Podemos no la van a elevar

Para terminar ya con el último mito que rodea a estas dos organizaciones, y de paso, con la batería de artículos sobre ellas, se hace necesario descubrir (en el sentido más literal) la estructura en la que se ha atrincherado la izquierda anticapitalista de este Estado: la conciencia.

La conciencia de clase es algo muy anhelado por la militancia de ese sector, pero muy frecuentemente no tienen conocimientos suficientes como para saber llegar hasta ella. De esta manera, ante la desesperación, se acogen a lo primero que pillan.

Podemos, tanto si se demuestra farsa como si no, elevará la conciencia. Si es que no, concienciará a la gente, si es que sí, la gente verá que su bienestar no puede ser adquirido por la vía electoral.

Frases como éstas están ya muy trilladas, pero tienen un problema fundamental, que a lo largo de este artículo quedará resuelto. Empecemos por el principio.

La clase trabajadora, en su hacer cotidiano, percibe que si el empresario gana, ella pierde. Y que esto se da siempre. Así, cuando nació, desarrolló espontáneamente una conciencia de clase propia, la conciencia económica, es decir, se percató de que tenía unos intereses contrapuestos a la burguesía.

A la luz de esto surgieron importantes movimientos de protesta para mejorar las condiciones económicas y aumentar las libertades políticas. Esta conciencia no daba para más; tal fue el caso de los Cartistas en Inglaterra. Tal es el caso actual cuando clamamos por unas pensiones dignas, contra los recortes, etcétera.

No obstante, esa lucha por mejoras no era suficiente para acabar con la explotación de la clase obrera, que crisis tras crisis ha ido sufriendo el yunque del capital pesando sobre sus espaldas. Se hacía necesaria, pues, una conciencia política, que tuviera como objetivo superar las contradicciones que regían el capitalismo, con tal de que, dicho coloquialmente, todo el mundo comiera.

Esta conciencia no se desarrollaba de forma espontánea en el proletariado, porque evidentemente éste no podía percibir una situación con las contradicciones capitalistas ya superadas; es decir, al contrario del primer caso, el día a día no mostraba nada que sirviera para emanciparse. Por tanto, se hacía necesario que trabajadores y trabajadoras que de una forma u otra habían tenido acceso al conocimiento de la alternativa se organizaran para desarrollarla en la mente colectiva. Algo también conocido como Partido; la llamada vanguardia.

Ante esto, si la conciencia económica sólo podía engendrar lucha por las reformas, la conciencia política debía ejercer necesariamente la lucha revolucionaria, lo que, aplicado al revés, nos da una imagen de lo que se preparaba al inicio del artículo: si Podemos o Syriza sólo dan consignas de reforma, ¿qué conciencia fomentan? La económica. Y al contrario, la política sólo puede desarrollarse inmiscuyéndose en los centros donde la clase obrera resiste o simplemente vive.

En otras palabras, ninguna de las dos organizaciones mencionadas está redirigiendo la conciencia de la clase trabajadora hacia objetivos políticos, y por ende está retrasando e incluso perjudicando aún más la vida de ésta.

Conciencia política significa saber también que el bienestar colectivo ergo la emancipación no puede llegar por unas elecciones, porque por éstas sólo es posible alargar más el sufrimiento de media parte del mundo y de dos tercios de nuestra población. Por tanto, toda persona que se pronuncie conocedora de esto y aun así dé apoyo explícito a organizaciones que juegan con la vida de la clase trabajadora, que sepa que no es bienvenida en esta lucha.

Guerra al oportunismo.

1 comentario:

  1. Yo me acerqué a Podemos y no tardé en pasar. Tampoco creo que se pueda hacer nada sin ese proyecto que preconizo en mi "Guía Política Antifascista" de ir a los parlamentos del mundo para vaciarlos, mediante una gran transferencia del poder político al pueblo, para que nos gobernemos mediante la asamblea.

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