Se repite la historia cual cuento
diabólico sin fin, e Israel, nación dotada con uno de los ejércitos mejor
preparados del mundo, castiga una vez más al pueblo palestino mediante bombardeos,
asesinatos selectivos y humillantes controles en los checkpoints. Hay más formas de violencia que caen con toda la furia
sobre la indefensa población civil árabe, pero las seleccionadas son las que
los medios más han dado a conocer. Aun así, y pese a tratarse de un tema de
rabiosa actualidad que frecuentemente ocupa las portadas de los grandes diarios
occidentales, es importante no dejarse llevar por las siempre peligrosas
lecturas del conflicto que algunos periodistas ponen en circulación y que, cómo
no, facilitan un posicionamiento favorable a las decisiones tomadas por el
gobierno israelí. Para evitar dejarse llevar por este tipo de visiones, es
importante conocer bien la naturaleza más íntima de este enfrentamiento. Y para
ello debemos ahondar en sus orígenes y analizar las dinámicas ideológicas y
geopolíticas que han marcado el carácter del conflicto desde el comienzo del
mismo. La intención es ser lo más conciso y riguroso posible; también hay que dejar
claro, desde el primer momento, que quien escribe estas líneas no pretende
defender la ideología de Hamás ni justificar el integrismo islámico,
acusaciones –de escasa calidad, todo sea dicho– que a menudo se les echa en
cara a los que denuncian sin tapujos las prácticas del Estado israelí. Si servidor
logra que el lector se cuestione las premisas que hasta ahora tenía
interiorizadas, reflexione y se informe a través de fuentes alternativas sobre
el conflicto, o al menos que introduzca matices en sus planteamientos
iniciales, ya se dará por satisfecho.