miércoles, 2 de abril de 2014

Kronstadt: La rebelión silenciada


En este presente artículo vamos a recuperar una de esas intensas historias que aún no han sido arrojadas a la luz, al menos no para la mayoría de la sociedad. El tema que hoy nos concierne es la Rebelión de Kronstadt, y algunos preguntarán ¿y eso qué es? Bien, pues dicha rebelión fue un intento fallido de revolución anarquista (o contrarrevolución según los marxistas) contra el bolchevismo imperante y vencedor de la nueva URSS.


La derechización y la deriva autoritaria de la URSS ocasionó el descontento de parte de la clase obrera rusa, principalmente a aquellos elementos anarquistas, consejistas y demás libertarios que habían luchado durante la Revolución Rusa de 1917 y que soñaban con la implantación de un nuevo sistema caracterizado por la libertad y fraternidad de una clase obrera que llevaba siglos oprimida por la burguesía, algo que parecía no vislumbrarse en la nueva Unión Soviética. Fue entonces cuando, desde el 7 de Marzo al 17 la pequeña ciudad marinera rusa de Kronstadt (situada en la Isla Kotler a 30 Km de St. Petesburgo) vivió su particular revolución contra toda tiranía y autoridad marcada por los ideales anarquistas.

Esta rebelión la protagonizaron los marineros de Kronstadt, en su mayoría anarquista y “y siempre a la izquierda del comunismo y no a la derecha” como algunos bolcheviques intentaban hacer creer para desprestigiar esta rebelión. La población de esta pequeña ciudad marinera se levantó contra la URSS principalmente porque para ellos no era –el Gobierno- suficientemente soviético. El lema de los marinos era el de “Todo el Poder para los Soviets” ya que creían que la URSS se aburguesó demasiado rápido y privó de gran poder a los consejos y soviets repartidos por todo el nuevo Estado. Ante los primeros amotinamientos y barricadas de los marinos la respuesta militar por parte de un Ejército Rojo dirigido por León Trotsky no se hizo esperar, aunque primeramente no sirvió de mucho ya que los trabajadores de Kronstadt resistieron de manera heroica.

El antecedente a esta rebelión vino un mes antes, en Febrero de 1921 cuando los obreros de la ciudad se declararon en huelga general en motivo de queja por el mal repartimiento de víveres y productos básicos que necesitaban lo cual provocó los primeros arrestados. Fue entonces cuando el uno de marzo de 1921 la asamblea de trabajadores de Kronstadt envió a St. Petesburgo un documento con sus demandas sociales. Las exigencias de los marineros hacia el Gobierno eran principalmente la nueva elección de los Soviets ya que consideraban que estos no representaban los verdaderos anhelos de campesinos y obreros y que se dejara plena libertad para hacer propaganda antes de estas nuevas elecciones. Pero las demandas y exigencias no se paralizaban aquí, se iba más allá, los obreros pedían la libertad de reunión para los sindicatos industriales,  organizaciones campesinas y libertad de prensa para anarquistas y demás sectores revolucionarios de la izquierda no bolchevique, libertad para todos los presos campesinos y obreros arrestados a raíz de la huelga general de Kronstadt, nombrar una nueva comisión especial que revisara los procesos de los presos políticos que había en las prisiones soviéticas, la supresión del control policial en las estaciones de ferrocarriles que incautaban los vivieres que el Estado no vendía ni compraba, que los campesinos puedan tener haciendas propias siempre y cuando no tengan asalariados trabajando para ellos y finalmente la libertad de trabajo a domicilio mientras no se emplearan asalariados. Estas exigencias fueron un intento en vano de democratizar el régimen bolchevique que se olvidaba de la democracia obrera para abrazar el centralismo burgués, lo que acabó por tachar esas demandas que pedían aquellos marinos de la ciudad rusa de Kronstadt de “contrarrevolucionarias”. Sin duda alguna la paciencia de muchos sectores obreros y campesinos soviéticos se había agotado, estaban cansados de un Gobierno demasiado violento y coactivo que parecía evitar la llegada de aquel nuevo sistema por el que se había producido la Revolución Rusa de 1917. La intención de los marinos de la pequeña ciudad rusa era poder causar otra revolución, pero esta vez una revolución social que llevara a la clase obrera a vivir un “verdadero” socialismo. Según los obreros de Kronstadt, el Partido Comunista detentaba el poder político dejando de lado a los obreros y campesinos, mientras obraba en su nombre, como si un “neo-feudalismo” se hubiera instalado bajo el nombre de “comunismo”. El entusiasmo era tal que algunos idealistas llegaban a vislumbrar una nueva revolución que acabara con la autoridad y esa “comisariocracia” que parecía oprimir de nuevo a la clase trabajadora y que por fin se lograría el verdadero poder para el Pueblo, el verdadero poder para los Soviets.

Como era de esperar, el Gobierno bolchevique utilizó todas sus armas militares y propagandísticas para derrotar y desprestigiar a esta nueva rebelión.  Lo primero que hizo la maquinaria de propaganda soviética fue intentar hacer creer al resto de población soviética que dicha rebelión era realmente una contrarrevolución liderada por los “blancos” y demás sectores reaccionarios enemigos de la clase proletaria, nada más lejos de la realidad. Los marinos de Kronstadt rechazaron siempre toda ayuda reaccionaria, cuando llegaron las noticias del levantamiento obrero a París, los capitalistas rusos allí exiliados ofrecieron cantidades ingentes de dinero a los sublevados, dinero que rechazaron desde el primer momento. Cuando los antiguos oficiales zaristas, también exiliados, que habían conseguido exiliarse contactaron con los rebeldes de Kronstadt para ofrecer sus servicios militares, los primeros volvieron a responder de manera negativa.

Ante este ataque, los comités revolucionarios de Kronstadt se apresuraron rápidamente a publicar los nombres y profesiones de todos los miembros de esta nueva rebelión para confirmar que se trataba de verdaderos revolucionarios, obreros, marinos y campesinos que querían acabar con la autoridad y opresión.  “Estamos firmes para la causa que hemos hecho nuestra de liberar al pueblo del yugo que el fanatismo de un partido comunista le impuso, y moriremos gritando: ‘¡Vivan los soviets libremente elegidos!’ Que lo sepa el proletariado del mundo entero. Camaradas, necesitamos vuestra ayuda moral. ¡Protestad contra los actos terroríficos de los autócratas comunistas”. Estas consignas –y similares- rezaba el diario soviético “Novi Put”.

El 17 de Marzo de 1921 todo acabó, aquel sueño de revolución social sucumbió ante la feroz fuerza militar del Ejército Rojo. Nadie compendió la verdadera importancia de la causa por la que murieron todos esos hombres y mujeres. Al menos los hombres y mujeres caídos en la Comuna de París acabaron en el corazón de todo el proletariado mundial del momento, en cambio los hombres y mujeres caídos en Kronstadt fueron recordados como traidores de su clase social y como contrarrevolucionarios sin que nadie conociera realmente las causas que los llevaron a la muerte y su último llamado de socorro solo halló oídos sordos.




1 comentario:

  1. Triste; muy triste. A falta de más información intuyo (más bien deduzco en base a retazos de información dispersa, porque lamentablemente no conozco bien la historia rusa) que el comienzo del comunismo ruso por Lenin fue correcto, pero ya con Stalin la cosa había degenerado en lo que en este trabajo se describe como apropiación del poder por quienes pretenden hacernos suponer que obran en representación nuestra, pero siempre des-oyéndonos. La pucha que los tiró a toda esta ralea.

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